Historias de un pobre camarero



Historias de un pobre camarero


               Cierto día hace algunos años, mi hijo entonces pequeño y yo nos sentamos en las mesas externas de un restaurante. El camarero, muy joven, iba y venía nervioso, apresurado, confundiendo los pedidos, empezaba a mostrarse cada vez mas afligido. Tras preguntarle, apenas me contó que estaba a prueba en su primer día de trabajo. Mi hijo, de acuerdo con su corta edad, jugaba entre las mesas, cuando de repente a escasos metros reparo en que el exaltado camarero tira por los suelos su bandeja llena de copas, cuyos cristales estallan en mil pedazos. El pobre joven, muy apenado, intentó levantar rápidamente las consecuencias del lamentable accidente, cuando de pronto advierto la inevitable presencia del dueño con cara de pocos amigos. Temí que se  estuviera replanteando negativamente la contratación del desafortunado joven. 
Un precioso florero en la mesa de un bonito juego de jardín.
https://www.piqsels.com/es


                           Antes que sucediera lo temido, yo, que estaba alerta, decidí intervenir, y dirigiéndome directamente al camarero le ofrecí acaloradas disculpas reconociendo en mi hijo la causa del tropiezo. El dueño tras escucharme, me dio una palmadita en el hombro pidiéndome que no me preocupara. Mi pequeño hijo, al escuchar la acusación, mientras lo mantenía sujeto para evitar que se lastimara, empezó a refunfuñar y a patalear por la injusticia. -"Yo no fui"- repetía. El camarero interrogándome con la mirada, nada pudo decir... No podía..!  


              Nos fuimos casi inmediatamente, explicándole a mi pequeño lo importante que era, en aquel momento, que asumiera una culpa ajena. Entendió que adjudicársela no significaba nada para él, pero para el pobre camarero podía ser cuestión de perder un trabajo, en tiempos crueles..., en tiempos duros..., en los tiempos de hoy... Se sintió bien consigo mismo, se sintió casi un héroe...!

              La vida me ha puesto en lugar semejante tiempo atrás, y nadie advirtió mis miedos, mis angustias, mi orfandad. Nadie tan siquiera me miró...! Menos aún extendió una mano...! Estuve en ese lugar y en muchos otros...! La vida me permitió ver las cosas siempre desde ambos lugares... La vida con sus enseñanzas me ha dejado claro demasiadas veces que en los sucesos mas tristes, en los mas desafortunados, podría ser yo quien ocupa ese lugar... Y comprendo, aunque muchas veces se me olvide, que cada mano que doy me la estoy dando a mi misma, a la niña que fui, a la mujer que soy, y a la anciana que seré!